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jueves, 10 de junio de 2010

Libertos y Desnortados (las columnas del Mercado)

El Mercado.

El Complot de los Pelagras.

Ocultos entre las sombras, los aviesos miembros del Eje del Mal maquinan incansablemente. En el Reverso Oscuro de la Fuerza, los conspiradores traman horripilantes planes contra la justicia infinita de los áureos caballeros de la Banca, los santos prebostes de la Moral y los adalides de la bendita Economía Globalizada. Ejércitos de vejetes pensionistas, funestos funcionarios de medio pelo, hediondos trabajadores a cuenta ajena sujetos a eres y demás chusma “mileurista” han establecido una siniestra alianza con niños provocadores de santos pederastas y con mujeres amantes del burka constitucional y de la democrática ablación de clítoris, en sintonía perfecta con pérfidas mujeres violadas por impolutos maltratadores, con el oscuro objetivo de… ¡Protestar y lamentarse!. Y no contentos con ello, pretenden un trato justo y dejar de ser…. ¡explotados! Aún más, estos desgraciados pretenden que se les reconozcan DERECHOS HUMANOS y dejar de ser la hez del impecable sistema del bienestar. Algunos, incluso, se niegan a ver los balsámicos mensajes que se les envían desde los formativos programas de la prensa rosa, dudando de la beatitud de Santa Belén Esteban, virgen y mártir, y Sor Karmele Marchante, mártir de Eurovisión e iluminada del movimiento independentista catalán.
¿Todo está perdido ante la invasión de los pelagras? ¡No! El Primer Mundo resiste al invasor ahora y siempre. Los lanceros del invicto Regimiento de Los Que Mean Colonia han detenido el avance, según informan los agentes de Wall Street y la City Londinense. Los odiados PIG,S (Portugueses, italianos, griegos y españoles) han sido frenados por el indómito brazo de San Jorge y la virtud incorruptible de Juana de Arco. Sí, amigos, son los de los chistes: “va un español, un portugués y un griego…”, ya saben, gentuza a exterminar cuanto antes mejor, pues están al borde del colapso y amenazan con arrastrarnos a todos, ya que sólo piensan en dormir, beber y fornicar, a diferencia de los castos y abstemios anglosajones y germanos. Menos mal que los indefensos banqueros, angelicales brokers, santos pederastas con sotana y trincones de las más altas esferas se han conjurado para salvar el planeta de la famélica legión, y seguir amasando pingües beneficios y no ceder un solo dólar en la batalla. Por aquí, un indomable juez hace lo que puede y, lejos de imprecar a los terroristas por sus crímenes o incluso a las fuerzas de seguridad por fallar en su misión de detección y detención de los mismos, ha abroncado a la madre del muerto. ¡Muy bien, señoría, qué se creen estos inmigrantes y víctimas del terrorismo! Son unos bultos sospechosos…
Mientras tanto, en una galaxia muy lejana existe una civilización en la que la Bolsa sigue siendo el termómetro de la especulación y no de la economía real, que es regulada por gobiernos que no son meros títeres de multinacionales y tiburones de las finanzas. Los estafadores van al presidio, los especuladores bursátiles no utilizan a los pobres y trabajadores en su beneficio, ni como cortina de humo para justificar sus desmanes; la pederastia es un delito y no un pecado; se procura una educación de calidad basada en la tolerancia y en la igualdad de oportunidades y de trato, y la violación y el maltrato son un delito punible, y no una consecuencia de una provocación previa. Pero estos “Jodíos Jedis” no atravesarán nuestro prevaricador escudo protector contra la honradez, la humanidad, la dignidad y demás zarandajas. Nuestro inmortal lema: “Tanto trempa, trinca tanto, el banquero como el santo” ondeará por siempre.
Aquí sabemos de sobra que los insaciables pensionistas, los pérfidos funcionarios de baja ralea, los malvados obreretes, los discapacitados escaqueados y los vagos arrastrados que cobran el desempleo deben pagar la factura de la crisis en justo castigo a su complot. Esta crisis la generaron banqueros y especuladores sin escrúpulos, y se lucraron con ella chorizos de guante blanco, pero la habrán de pagar los pelagras, como siempre: jubilados indigentes, funcionarietes mileuristas y trabajadores paupérrimos; las altas rentas ni tocarlas, como Dios y la Banca mandan. Es más, abogamos por su exterminio y que vengan africanos indigentes en régimen de plena esclavitud con sus sumisas mujeres castradas y con infantes aleccionados, que como bien apuntó un obispo, los niños van provocándoles y, claro, así no hay manera.
Por cierto, el otro día escuché que el “Curso de Imbecilidad” de Pep Vila para la formación de payasos en España era un rotundo éxito. No es de extrañar. Lejos de nosotros la funesta idea de pensar. ¡Muera la inteligencia!

Jose Manuel Iglesias Cervantes.

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